Soy una Susanita
Para los que no están familiarizados con Susanita, es un personaje de Quino, el creador de Mafalda. Esta peculiar niña se caracteriza porque toda su vida gira en torno a su deseo de ser mamá, tener su casa, un esposo… Me entienden por dónde voy. El asunto es que últimamente he sentido que la presión que tenemos las mujeres por ser independientes, autosuficientes y exitosas sin importar qué, hacen que el deseo de formar una familia se vea cuasi-satanizado. Más de una vez he escuchado, y lo he dicho, lo acepto, la frase “pareces Susanita” con un tono burlón menospreciando la emoción que se tiene por esa etapa de la vida.
Sí, hay mujeres que no sienten que ser mamá o casarse sea para ellas porque hay tantas cosas en el mundo que “dejarían” de hacer si se “atan” a alguien más. Totalmente de acuerdo. Cada quién con su vida. PERO habemos otras mujeres las cuales sentimos un deseo inmenso de vivir la maravillosa experiencia de la maternidad y de formar una familia. Y si eso significa ser Susanita… pues… Soy una Susanita.
Y es que esto de las feministas, tema en el que no ahondaré por ser algo totalmente diferente, ha hecho que en ocasiones tengamos que ser menos eufóricas con respecto a cosas cotidianas como: ya puedo hacer arroz sin que se me queme, estamos al día con las cosas que hay que lavar, tenemos un plan de menús diarios para el mes o cuál jabón de platos será el más amigable con el ambiente. Sí, no son cosas que cambiarán el mundo pero no por esto dejan de ser menos importantes que obtener un nuevo puesto de trabajo. Y es que la importancia de las cosas está en la sutileza y la empatía: ponernos en los zapatos de los otros. Porque si suben o bajan las acciones de la bolsa para mi es tan importante como saber si ya lograron contar con exactitud cuántas estrellas hay en el universo, pero eso no hace que pase posteando por las redes sociales lo absurdo que es que la gente se preocupe por eso… ¿Me explico?
Con tantas cosas que pasa en el mundo, el común denominador es la falta de empatía y de respetar que todos tenemos derecho a pensar como se nos de la gana. Nos afanamos tanto por querer tener la verdad absoluta que no estamos dando lo que pedimos a gritos: libertad.
Libertad para decir lo que siento que es mejor para mí. Libertad para poder alegrarme por lo que yo creo que debo alcanzar, ya sea trabajar 18 horas al día y que toda mi vida gire en torno a mejorar profesionalmente o a tener toda la tarde libre para saltar charcos con mi peque. Cada quién decide qué es lo importante y ser capaces de alegrarnos por los logros de los demás, sean o no logros “suficientes” para nosotros, hará que la sociedad cambie el chip y podamos vivir con más paz.
Al final, no importa si te quedas en casa, pasas en el trabajo de sol a sol, si te gustan los hombres, las mujeres, ambos, si tu felicidad está en viajar y no aferrarte a nada o en la seguridad de saber que al final del día alguien te espera en casa. Lo importante es ser capaces de dejar el egoísmo y ver la vida y las decisiones de los demás con sus ojos y alegrarse por el rumbo que cada quien decide.
Sí, para muchos “Ser Susanita” podría ser un desperdicio. Pero para mí, está siendo una de las cosas más increíbles de este mundo. Le parezca a quien le parezca.
Los invito a ser más empáticos y a recordar que cada quien mide sus propios logros con base en lo que quiere de la vida.
Un abrazo en la distancia,
La Joze
Comentarios recientes