No se Puede Todo al Mismo Tiempo
A mí siempre me inculcaron que desarrollarse en el área laboral y familiar era igual de importante para la realización personal. Siempre me dijeron que iba a ser capaz de hacer todo lo que me propusiera, lo único que se les olvidó mencionar es que no iba a suceder todo al mismo tiempo.
A mis 34 años, con tres años de casada y un bebé de seis meses, he podido experimentar cómo con el paso de los años las responsabilidades aumentan. Esto parece ser algo obvio, pero te das cuenta de la magnitud de lo que estás experimentando hasta que estás caminando en esos zapatos.
En ocasiones, en especial entre mujeres, somos muy críticas sobre la vida de los demás. El “yo lo haría de otra forma” o “se nota que no sabe lo que está haciendo” , son frases que se pueden escuchar cotidianamente. Y la realidad es que nos atrevemos a juzgar con sólo ver la punta del iceberg. No sabemos por lo que está pasando esa persona o lo que la motiva a actuar de “x” o “y” manera.
Y, siendo totalmente honesta, manejar trabajo, casa, hijo, esposo, familia y amigos puede resultar en una labor titánica. Tratar de equilibrar todo, sin morir en el intento, es uno de los logros más anhelados cada día. Y es aquí que miro hacia atrás y reprocho un poco el que a las mujeres muchas veces se nos inculquen cosas sólo desde un punto de vista.
Claro, podemos ser mamás, esposas, amigas, hijas y demás personajes que debamos interpretar, pero cada cosa en su tiempo. El elegir entre tener un trabajo que tenga un horario flexible para tener suficiente tiempo de calidad con tu familia, versus uno que demande interminables horas de trabajo y regresar a casa cuando todos ya se han dormido, son decisiones difíciles que en ocasiones nos toca tomar. Con esto no estoy diciendo que debamos ser las pobres víctimas del destino que tienen que sacrificarlo todo por su familia. Por supuesto que no. Simplemente que con las etapas de la vida, tus prioridades cambian y es aquí en donde te das cuenta que no puedes tenerlo todo al mismo tiempo.
Después del shock inicial, poco a poco vas balanceando y dejando ir algunas cosas para darle espacio a otras que, por el momento, serán más importantes. Y al final… pues al final te das cuenta que es tiempo de madurar y que valen la pena los nuevos retos. Ajustar nuestra perspectiva de lo que hacíamos y de lo que ahora hacemos se vuelve algo esencial para sobrevivir. Aunque quisiéramos seguir con la parranda de lunes a lunes, o gastarnos todo nuestro sueldo en cosas para nosotras, llega un momento en el que le damos paso y aceptamos el resultado de nuestras nuevas decisiones.
Y bueno, te dicen que puedes hacer todo, pero se les olvida mencionar que no lo podrás hacer todo al mismo tiempo. Y al final… al final entiendes por qué.
Un abrazo en la distancia,
La Joze
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