Agradecer… ¿Y Por Qué?
Suena un poco trillado el motivarlos a ser agradecidos cuando el país está sufriendo una triste tragedia. Y es que es en estos momentos cuando vemos a nuestro alrededor y podemos apreciar todo lo que tenemos desde otra perspectiva.
Quizá el corre corre de la vida nos ciega muchas veces sobre las cosas importantes. La cotidianidad hace que pasemos por alto los pequeños milagros de la vida, como despertar, abrazar a nuestra familia, percibir el olor a tierra mojada, tomar una buena taza de café o poder acurrucarnos con nuestra pareja para disfrutar de un buen vino. Requiere de nuestra atención el parar un momento el mundo para dejar tanta queja y verle lo positivo a las cosas.
Quejas, a veces parece que disfrutamos tanto de las quejas. Y siendo totalmente honesta, hay algo especial en quejarse. Es una deliciosa catarsis que se produce en nuestro cuerpo al momento de alegar y detallar todas las cosas que nos están saliendo mal. En ocasiones hasta somos detectives especialistas y le echamos la culpa a todo el mundo y, casualmente, somos los últimos en la lista. Claro que ser responsables sobre lo que nos está saliendo mal no es algo que le agrade a nadie.
Y creo que es ese el problema. No es lo que está saliendo mal, es cómo reaccionamos ante estas situaciones. “El tráfico está imposible”, claro esperamos ser siempre los únicos en la calle y que mágicamente lleguemos a nuestros trabajos a tiempo siempre, aunque salgamos diez minutos antes de nuestra hora de entrada. “Ya no soporto a mi jefe”, obvio tener a alguien diciéndonos constantemente cómo hacer nuestro trabajo es algo insoportable, cosa que no tendría que hacer si cumpliéramos con los tiempos de entrega. “No hay forma en que baje de peso”: sí, comer es uno de los placeres más deliciosos del mundo, pero tener control sobre lo que como va a definir el estado de mi cuerpo.
No me lo tomen a mal, no es querer tapar el sol con un dedo. Es poder ver la vida desde otra perspectiva. Es ser capaces de asumir las consecuencias de nuestros actos. Es dar gracias por lo que tenemos y también por lo que no tenemos. Es no cansarnos de ver las cosas lindas de la vida. No es ser ajenos al dolor del prójimo, es encontrar la forma en la que puedo ayudar al prójimo.
Suena algo muy utópico, pero en este caso apuesto por la utopía. La decisión es tan personal que podemos estar teniendo la vida que siempre quisimos y queremos enfocarnos en la única cosa que no está saliendo como nuestros planes y dejar a un lado el millón que sí lo están, perdemos la oportunidad de ser felices y de disfrutar el ahora.
Vale la pena intentarlo. Es un hábito que va a requerir de ser constantes y pacientes con nosotros mismos. Cambiar el “cassette” no es algo fácil. En nosotros está el poder disfrutar del camino de la vida. Claro, si no seguimos empeñados en ver el popó de pájaro en el windshield en lugar del hermoso paisaje.
Un abrazo en la distancia,
La Joze
Texto publicado anteriormente en: https://elindependiente.gt/agradecer-y-por-que/
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